lunes, julio 17, 2006

A la tierra de Jauja



El marinero gastado por la embriaguez de los soles
habrá de embarcarse en dirección contraria a sus deseos
el mar que es ahora lodo y lágrimas
traerá una mujer en las pupilas de la anémona
el calamar dejará de ser gigante
y dormirá para cuidar el naufragio de las naves

Las cortesanas dejarán de gemir como sirenas
y no guardarán la sombra que concede el crepúsculo
las redes enmohecidas bajarán a dar descanso
la marea volverá a traer virtudes
y los pelícanos no aventarán más sus cuerpos a las rocas

Los tesoros se ocultarán en las doradas arcas bajo las islas
el rostro del hombre amado
se dibujará en las nubes de medio día

La sonrisa del padre será recuerdo
del incesto nunca cometido

Beatriz Opitz ©. Del poemario Muerte de reino (2003).

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